Lunes


Un lunes a las diez de la mañana de hace siete meses  me perdí. Sentí que todo dejaba de tener sentido para mi de repente. El ruido de las llaves al abrir la puerta, la chaqueta negra (que antes era mía) colgada en el perchero, los croissants guardados en el armario debajo de la televisión, o las tardes sin ti. 

Estaría bien que al nacer nos dieran un libro de instrucciones para saber que hacer en estos casos. Qué hacer en caso de perderte, de no saber qué hacer o como seguir tu camino para llegar a ser feliz o como mínimo volver a encontrarte.

A lo largo de estos meses lo he intentado, de verás, pero es muy difícil. 

Pero ayer fue distinto, no te escondiste lo suficientemente rápido, o tal vez fue a propósito, dejaste en la puerta tu recuerdo. Pude reconocer tu olor, supe ese mismo instante que, a pesar de no verte, estabas allí. Que sufres cuando yo lo hago y por eso me dejaste verte aunque no te viera, sabías que te necesitaba. Los padres tienen una intuición sobrehumana. 
Hoy me deshice de un recuerdo tuyo, uno que me hacía mucho daño y lo veía todos los días . Algo que me empeñe en guardar como si de un tesoro se tratara pero tan solo traía malos recuerdos. Como sé que estas aquí ya no me hace falta y es que hay recuerdos que te evocan momentos dolorosos y con el fin de encontrarme los dejé ir, lejos. 

Me diste el impulso necesario para hacer una de las cosas que más me gustan pero por miedo no me atrevía: escribir. No sé si lo haré bien o mal, (últimamente me decanto más por la segunda opción), te doy las gracias por ser lo que soy por ti y darme la fuerza para no olvidarte con mis palabras. 

Estoy más cerca de encontrarme.   

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